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El Buen patrón es la gran favorita a coronarse la noche del próximo 12 de febrero en El palau de les arts de Valencia. La cinta de Fernando León de Aranoa parte con esa condición debido a principalmente dos factores. Primero, ha batido todos los récords de nominaciones (20) y segundo, ya fue la elegida por la Academia como candidata a Mejor Película Internacional para los Oscar 2022, por delante de Madres paralelas y Mediterráneo.
Pero no debe engañarnos lo que podría parecer de primeras, una cantidad de nominaciones exagerada, ya que El buen patrón es una de las sátiras más divertidas que el cine español ha visto en los últimos años.
Javier Bardem es Julio Blanco, el presidente de Básculas Blanco, una empresa de provincias que fabrica básculas industriales. Siempre ha sido un jefe querido por sus trabajadores y, gracias a la perfección de su dirección, está a punto de recibir un premio a la excelencia empresarial. El último galardón que le falta a un hombre hecho a sí mismo. Sin embargo, su ideal liderazgo y familiaridad con su plantilla entrará en conflicto con varios problemas que romperán la justa balanza con la que mantenía su idílica vida.
Es curioso como el tándem Aranoa/Bardem ha pasado de hablar desde la posición del obrero en Los lunes al sol (2002) a terminar construyendo juntos, el otro lado de la pirámide empresarial. Ambas bajo la perspectiva del humor y sobre todo, desde las metáforas y símiles que sirven para reconocer la naturaleza de este empresario, que bien podría ser cualquier magnate de los que conocemos ennuestra sociedad española. Por ello, es difícil observar a Blanco y no pensar en Florentino Pérez, eso sí, bajo un tejido empresarial bastante más limitado. Siendo evidente, pero potente de cualquier forma, la figura de la báscula para representar las contradicciones dentro de las prácticas empresariales, a día de hoy cada vez más dirigidas hacia un rendimiento autómata. Incluso el propio apellido quiere remitir a una pulcritud casi inmaculada igual de inestable que cae por su propio peso.
“Esfuerzo, equilibrio, fidelidad”
No se debería pasar por alto que al igual que la empresa del acaudalado protagonista, el reparto actoral y la mirada de Aranoa consiguen alejarse de la parodia y la ridiculez de una exageración en la que el equilibrio podría haberse descompensado con que simplemente alguno de esos elementos pesase algún gramo de más. Véase como ejemplo el caso de la sátira de Netflix No mires arriba, de Adam McKay, donde todos sus atributos caen en una hipérbole esperable.
Aranoa invita como siempre a la reflexión social desde la aparente calma que instantes después, se desenvuelve como una tormenta llena de problemas en distintos frentes para Blanco. “Esfuerzo, equilibrio y fidelidad” es el lema de Industrias Blanco, un muro de papel y cartón frágil, cuando se apunta desde arriba al trabajador como el conjunto de engranajes de una empresa, deshumanizando a esos individuos que quizás y tristemente, contemplen en el personaje de Bardem un mal menor.